Salta desbancó a Entre Ríos del puesto 7 según el Censo 2022

¿Condenada por rebelde? ¿Y quién dijo que la obediencia paga mejor? La provincia de Entre Ríos era la tercera del país en cantidad de habitantes. Quedó cuarta con la capitalización de Buenos Aires, detrás de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, y la Capital. Luego fue superada por Santa Fe y quedó quinta. Más adelante la pasaron Mendoza y Tucumán, y este Censo 2022 acaba de mostrar a la comarca de Linares Cardozo un escalón más abajo: Entre Ríos fue superada en población por Salta. La novedad ratifica la tendencia de todo un siglo.

En 75 años, de 1947 a 2022, la población de Entre Ríos creció un 81,1%, mientras que en la provincia de Buenos Aires los habitantes aumentaron un 311,2 %.

75 años significa que la mayoría absoluta de las mujeres y los varones que habitan Entre Ríos no conocen otra historia que ésta: el destierro naturalizado, y la macrocefalia argentina abonada por las víctimas del destierro. Un sistema perverso.

Antes de 1947, lo mismo. El escritor Arturo Capdevila recorrió el país en la primera mitad de los años treinta y destacó en cada ciudad, en cada región, lo que más le impactó. ¿Qué dijo, luego de visitarnos? “Hasta ayer, hasta un ayer no tan remoto, Paraná era, sin duda, muy superior a Santa Fe, mientras que hoy en día los inmensos progresos santafesinos vuelven la comparación imposible. ¿Qué ha podido suceder? Sólo sabemos que esta ciudad de Paraná, enferma del mismo mal que todo Entre Ríos, no sabe retener a sus hijos. Los entrerrianos emigran. El curso de las aguas natales pronto les indica el camino del éxodo hacia Buenos Aires ”.

Varias décadas después los censos mostraban en números y proporciones lo que el autor y otros como él veían con sus ojos, pero lo más impresionante es que ese paseo de Capdevila va a cumplir 100 años, y el nuevo censo realizado en 2022 muestra que Entre Ríos vuelve a retroceder un casillero en el concierto de las provincias. Podría conservar su lugar, podría mejorarlo, pero empeora.

De tercera a octava
Cuando la dirigencia política vio la diferencia entre dos provincias vecinas como Buenos Aires y Entre Ríos, ese abismo que aquí se manifiesta en 81% contra 311%, con evidencias del éxodo masivo de entrerrianos hacia Buenos Aires, esa dirigencia en vez de revertir el proceso, ¿qué hizo? Le dio a Buenos Aires un “fondo de reparación histórica”.

Ese disparate que los partidos mayoritarios argentinos sostuvieron y sostienen por distintas vías tiene un solo nombre en todo el mundo: colonialismo interno. Forzar los argumentos es una especialidad del colonialismo.

Es decir: el territorio poderoso sumerge a los demás en un estado de servidumbre, siempre provisto de nuevas excusas, por la vía que sea, y sin excluir la violencia física.

Como uno de los territorios autónomos principales que dieron vida al estado nacional, Entre Ríos estuvo entre las tres provincias más pobladas y quedó quinta cuando creció Santa Fe, tal cual el relato de Capdevila. En el censo de 1947 Entre Ríos seguía siendo quinta, pero se acercaban a pasos agigantados Tucumán y Mendoza, que luego sobrepasaron a Entre Ríos y la dejaron séptima. Pues bien: la novedad del Censo 2022 es que Entre Ríos pasó al octavo puesto, superada en cantidad de habitantes por Salta. La que ahora se aproxima es Misiones.

75 años es un buen lapso para analizar un proceso. Argentina creció 189,7%, Entre Ríos 81,1 y Buenos Aires 311,2%. ¿No es hora de analizar ese despropósito? ¿O será que el poder de Buenos Aires entiende que su victoria a fuerza de Remington, Krupp y Gatling le da derechos que por otro lado no le reconocemos a Inglaterra sobre Malvinas? ¿No debiéramos superar el colonialismo interno que tenemos a mano antes de superar el colonialismo británico, si queremos mostrar alguna autoridad?

El crecimiento poblacional de la provincia de Buenos Aires se debe a los privilegios del puerto de Buenos Aires y otras prerrogativas sostenidas a fuerza de fusiles, cañones y ametralladoras. Cuando Buenos Aires vio peligrar su ascendiente, con el criterio racialista y supremacista de siempre, ¿qué hizo? Se separó. De ahí que la Argentina con capital en Paraná nunca gobernó a Buenos Aires, y esa Confederación sucumbió por la escualidez económica, debido a la apropiación porteña del puerto y los ingresos de la aduana.

Se dirá que el puerto está en Buenos Aires, claro. Como Salto Grande está en Concordia y sin embargo las menores tarifas están en Buenos Aires, y así podríamos nombrar numerosos servicios, alimentos, energías diversas que provienen de otras latitudes.

En 1947, Entre Ríos sumaba casi el 5% de la población total de la Argentina, en 2022 apenas superó el 3,1%. El retroceso salta a la vista, y hasta hace una década se veía en miles de taperas en todo el territorio, pero el auge de la agricultura de grandes máquinas empezó a borrar también esos vestigios (arboledas artificiales, casas derruidas, pozos de agua, molinos rotos).

La termodinámica
Entre Ríos no logra retener a sus familias, y eso ocurre por décadas. ¿Adónde van? Un dato revelador: en 1980 había en toda la Argentina 1.340.903 personas nacidas en Entre Ríos, pero la población de esta provincia era de 908.313. En ese año se contaron 331.358 entrerrianos en la provincia de Buenos Aires, 61.256 en la Capital federal y 71.000 en Santa Fe… El resto se desparramaba por diversas provincias.

En ese año 1980 vivían en la provincia de Buenos Aires 10.855.358 pero sólo habían nacido allí 6.138.131. Más del 43 % nacidos afuera. ¿Dónde? Muchos en Entre Ríos, que había expulsado a Buenos Aires Provincia y Capital 392.614 personas, mientras que Provincia y Capital habían mandado a Entre Ríos sólo 25.877 personas.

Nosotros mandábamos el 38 % de los habitantes de Entre Ríos a Buenos Aires Provincia y Capital, mientras que Provincia y Capital mandaban a Entre Ríos sólo el 0,25 de sus hijos. Las leyes de la termodinámica dicen que las temperaturas van de lo más caliente a lo más frío. Entonces, ¿no debieran las zonas ricas compartir su calor? Y otra pregunta: la aglomeración, ¿calienta o enfría una comunidad?

Paradojas insondables: una región expulsora como Entre Ríos y una receptora como el conurbano bonaerense comparten ciudades con los más altos índices de pobreza, según recientes datos del INDEC.

Salta saltó
Tras los resultados de los censos 2001 y 2010 advertimos en este diario y en otros medios que Entre Ríos continuaba perdiendo población, y que pronto sería superada por Salta. Dicho y hecho: debía llegar el censo 2022 para certificar el retroceso.

No se trata de una competencia. El desarraigo y el destierro de los entrerrianos equivale a cientos de miles de familias obligadas a marcharse de un paisaje maravilloso, de una sociedad con una historia y una cultura inolvidables. Los números tienen nombre y apellido, y el destierro deriva en hacinamiento y nostalgia.

Entre Ríos creció entre 2010 y 2022 el 15,4 %. Salta, en ese lapso, creció el 18,6%. Si contamos entre 1980 y 2022, Entre Ríos creció un 57 %, y Salta un 117,3 %. Y si contamos a los provincianos afuera de su territorio, la diferencia es abismal: Entre Ríos perdía 15 por cada uno que perdía Salta.

Entre Ríos tenía 496.500 habitantes más que Salta en 1947, hoy tiene 14.246 menos…

Esta comparación entre provincias pares no es ociosa, dice algo que los sectores de poder no alcanzan a dimensionar.

Hoy Entre Ríos está precedida en población por las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, la ciudad autónoma de Buenos Aires, y las provincias de Mendoza, Tucumán y Salta. En ese orden. Aquí viene Entre Ríos, octava, y le siguen Misiones y Corrientes.

Ahora veamos Misiones, una provincia del nordeste, es decir, una región pobre de la Argentina. Entre 1980 y 2022, Entre Ríos creció un 57 %, Misiones un 117,4 %, como Salta. Entonces huelga repetir: si no revertimos la situación económica, Entre Ríos en pocas décadas tendrá menos habitantes que Misiones, que ya cuenta con una altísima densidad demográfica sólo precedida por las provincias de Buenos Aires y Tucumán.

Entre Ríos cuenta con puentes sobre los ríos, un túnel subfluvial, disfruta un clima benigno, con suelos feraces, agua superficial y profunda como ninguna otra región; tiene arterias que nos comunican con facilitad con grandes conglomerados del país y de la región. Turismo, pollos, agricultura, ganadería, frutas, industrias, comercio, son algunas de las actividades que arraigan, como los servicios de salud, educación, seguridad, justicia, etc. La Universidad Autónoma con un racimo de carreras mejoró el abanico de opciones para la juventud. Sin embargo, le cuesta a nuestro territorio revertir el achicamiento proporcional sistemático. Hasta hace pocos años teníamos un tren de pasajeros de mil kilómetros, hoy apenas 20 kilómetros. Sin embargo, pagamos un alto déficit. El colonialismo interno de la Argentina no deja de sorprender.

La mitad en el centro
Muchos coinciden en que Entre Ríos (como otras provincias que el poder económico y político de AMBA considera de segunda), paga servicios deficitarios del país que en nuestro territorio no tienen mayor incidencia, y aunque somos generadores de energía la pagamos incluso más cara que en otros territorios, por razones atribuibles exclusivamente al colonialismo interno que privilegia al Área Metropolitana (AMBA): Ciudad Autónoma y municipios aledaños de la Provincia de Buenos Aires.

Esos privilegios del poder económico, político, corporativo, mediático, no necesariamente se expanden en beneficios para la población del AMBA, que en muchos casos debe vivir amontonada o dependiendo de subsidios que el poder suele considerar como dádivas.

Si calculamos el número de nacidos con el número de habitantes de un territorio en 1980, a Entre Ríos le faltaban 432.590 personas, mientras que a Salta sólo le faltaban 25.865. Este y otros datos llevan a estimar que las provincias más expulsoras están en el Litoral y entre ellas la que más ha desterrado a sus hijos ha sido Entre Ríos.

Debido a la historia heroica de la provincia en las luchas independentistas y federales, la banda roja paga en política, y desde el poder saben que gritar derechos y advertencias genera simpatía. Eso se nota en las campañas electorales, pero durante el ejercicio del poder muchos gobernantes prefieren no hacer olas. En vez de recuperar la idea de región autónoma original, y de confederación, se entregan a la descaminada idea de provincia, que el despótico centralismo porteño uniformador, heredero de una corona europea, ha aplicado como natural e indiscutible.

Debido a eso, los permanentes atropellos del centralismo por el control de los dineros, los servicios y los medios, no suelen encontrar respuesta adecuada. Así es como Buenos Aires quiere circunscribir hoy la coparticipación a la cantidad de población, que le conviene, y evita anotar sus privilegios históricos en industrias, comercios, bancos, medios masivos, corporaciones, servicios, tarifas, obras. Evita tratar el “índice destierro”, porque ese factor de análisis desentierra a millones de víctimas que en sus provincias no tuvieron el derecho siquiera a ser pobres.

Ricos mendigos
Los jefes de esa provincia y esa ciudad poderosas, que pueden llamarse Vidal o Kicillof o Larreta, lloran como huérfanos por más obras y más coparticipación, y en eso se parecen a los presidentes de ambos lados de la “grieta” que manotean también para manejar las cosas desde Buenos Aires, como herederos por derecha y por izquierda de los privilegios alcanzados con el sistema impuesto a fuerza de fusil por Bartolomé Mitre y los suyos, tras la caída de la confederación hace 160 años.

Hoy, cuando el clásico sistema intrigante y beligerante metropolitano ha logrado ya que el 45% de la población de todo el país se circunscriba a Buenos Aires provincia y ciudad, y ha impuesto un sistema electoral llamado democrático que burla las autonomías regionales, para beneficiar a los candidatos de la provincia y la ciudad de Buenos Aires con sus cadenas corporaciones y medios a su servicio; hoy, cuando el AMBA maneja la mayoría de los bancos públicos del país, e incluso los provinciales privatizados, tenemos a la vista en números lo que todos sabíamos a campo: la macrocefalia argentina, la enfermedad argentina, con provincias despobladas y un centro superpoblado y demandante de fondos, energía, tarifas, servicios; ignorante de la historia y las luchas; de espaldas al país.

La asombrosa y estruendosa diferencia de dos territorios vecinos con capacidades similares, uno creciendo al 311% y el otro al 80%, ante nuestras narices, no le mueve una pluma a la vedete, el AMBA. El monstruo en que han convertido al país, ninguneando a los territorios autónomos originarios, que dieron vida al estado nacional, tiene el poder de ocultar e invisibilizar, sean los números, las taperas o la verdad.

Que Tucumán, Mendoza y Salta hayan superado en población a Entre Ríos es un dato de relevancia menor, al lado del crecimiento desproporcionado de Buenos Aires, y eso no es nada, al lado de las apetencias del poder bonaerense y porteño por monetizar sus privilegios, ocultar la historia económica, política y militar que le dio a ese sector del país un poder altanero, descomedido y omnímodo, y reclamar más coparticipación sin transparentar jamás la verdadera estafa acumulada por siglo y medio, sino dos.